miércoles, 2 de mayo de 2012

El mundo es del color de las tormentas



"El grito", de Edvard Munch


Besos, labios, cadencias, soledades que aguardan, sienten la última realidad transitoria. Un humo feliz serviría para dormir los recuerdos. No, no. Se sabe que el hielo no es piel, que la frontera de todo no cede ni hiere, que la seguridad es patente. Se sabe que el amor no es posible. Pulidamente se mira, se ve, se presencia. Adiós. La sombra resbala sobre su previa elegancia, sobre su helada cortesía sin pena. Adiós. Adiós. Si existieran corazones, llorarían. Si la sangre tuviera ojos, las pestañas más lentas abanicarían la ida. Adiós. No flojea el horizonte, porque puede quedarse. Alardea la húmeda transición de sus rectas, de su constancia aplomada, de su traslación íntegra. Se besarían imposibles. “¡Conmuévete! Vacila como una columna de tela. Tíñete con un rubor de equinoccio”. Pero los brazos no llegan y el saludo es de uno, de mí, de mí. No de la materia sabida, ni siquiera de su insobornable belleza. Que dimite.

(Vicente Aleixandre)






Buceas por el mundo, sorteando miradas indiferentes que no son capaces de subtitular tu sonrisa. Una sonrisa que encubre torbellinos de emociones que apenas se dejan traslucir en el brillo imperceptible de tus pupilas, esas pupilas que siempre fueron demasiado grandes. No importa. Caminas delicadamente por el cielo sin estrellas de Madrid y sueñas con otro de tus imposibles. Por mucho que te pese, nunca serás capaz de resignarte a vivir, simplemente; la realidad no contiene los suficientes matices, y es necesario escapar, aunque no sabes adónde, ni sabes con quién; y lo peor es que, siempre que se huye, se huye de alguien. Pero no existe nadie que te persiga. Sería emocionante huir, y no solo escapar.

Siempre ese abrazar al viento. Mirar al cristal que te rodea y desordenar las sombras, jugando a esculpir con ellas fantasmas de amores idealizados, intangibles, inalcanzables; recordando al héroe de cómic de aquel videoclip de Aha que emergía de su universo de papel.

Ya estás soñando. ¿Alguna vez has dejado de hacerlo? No estaría mal que, ocasionalmente, bajaras a la realidad para mirar a tu alrededor y dejarte envenenar por las ilusiones del presente. Tienes miedo de que no existan. Mientras no encuentres la Madriguera del Conejo Blanco, solo te queda pasear por el calendario meciéndote al compás de los vientos como cualquier otro, girando y vibrando y naufragando cada noche para amanecer, una vez más, luchando con el frío. Y pestañeas y vuelves a dirigir una mirada gélida a los ojos del mundo, que te contempla en dos dimensiones, sin sospechar que a ti te ocurre exactamente a la inversa. No comprendes como el fuego que sientes atravesar tus entrañas no derrite tus paredes de hielo. No comprendes cómo pueden caber tantas ideas, tantos sentimientos, tantos recuerdos que deambulan irracionalmente por detrás de tus pupilas; y para no estallar, vomitas palabras en papeles vacíos que arrojas a la tarde desierta.

……………………………………………………

Hay alguien aquí que se aleja. No puedo olvidar. Dos vueltas al reloj de los años y todos volveremos a estar juntos. ¿Todos? No, nunca todos. Siempre existe algo que… Y el crepúsculo. Y la nostalgia inseparable de la que hablaba Alberti. Ni se te ocurra reírte, porque entonces… Pero estoy aquí, aquí. Mírame. Ahora, mírame de manera diferente.  Búscame, encuéntrame. Todavía intento despejar la incógnita que justificaría la paradoja según la cual las personas hipersensibles son las que menos se hacen notar en el mundo. Voy a estallar, y mi grito se escuchará en las fronteras de la realidad: ese mar al que a veces intento acceder sin éxito. Tal vez así el universo llore, de alegría, de pena; qué importa.  Solo sé que lloverá, que llorará, que al fin algo dará sentido a este olor húmedo del viento, al color gris que domina los paisajes. Después saldrá el sol. Siempre debería salir el sol.

Nada. Esa palabra que me ahoga y me atormenta, que me descompone. Y ya no sé si preferiría dejar de sentir o descubrir que el resto del mundo también es capaz de hacerlo. Descubrir algo que no se encuentre vacío.

1 comentario:

Óscar Sejas dijo...

Alguien que escribe esto no está vacío y la fuerza reside siempre en uno mismo. Efectivamente, la gente "hipersensible" lleva la procesión por dentro y no dejan que salga el fuego de sus paredes de hielo. Esas personas son las que merece siempre la pena conocer.

Tener ideales, sueños y metas "imposibles" no tiene que ser malo, todo se soluciona canalizando para que seas tú quién las controle a su antojo y no ellas a ti, abriendo y cerrando el grifo cuando haga falta y no dejando que se conviertan en un torrente sin control.

Si lo piensas no es tan díficil :-)

Ánimo. La nada no existe :-) siempre que me planteo esta pregunta miro este squetch, es una chorrada como un templo, pero siempre me hace sonreír: "La nada algo tiene que tener..." :-)

http://www.youtube.com/watch?v=NOQCcwovnf8

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