Roy Lichtenstein, "Reflections on girl"
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre.
Alejandra Pizarnik
“No olvides lo que ahora voy a
decirte… Te quiero. Y siempre te querré, aunque nunca más pueda repetírtelo”.
Contempló sus ojos bonitos un
instante, antes de que desapareciera. Su silueta desvanecida vistió de tonos
ocres el invierno y se quedó a vivir allí para siempre.
Después llegó aquel
dinosaurio. Paseaba su figura, más alta que los edificios, dejando a su paso firmamentos
de muertes inconcretas.
“Te amo. Como nunca podré amar
a nadie. Tengo la impresión de que nuestros corazones se buscaban antes incluso
de que tú supieras quién era yo”.
La libertad tomó la forma de
una niña que buscaba sus ojos sangrantes por las calles de la ciudad. Herida de
un silencio terrible. Hablaba el aire: murmuraba palabras de amor. Si hubiera
sido viento, entonces…
Todo era verdad, todo cobraba
la forma de un grito que ascendía por las paredes de la noche. Eran las
palabras más sinceras que la desvanecida silueta jamás pronunciase. Si hubiera
sido viento…
“No te olvides nunca. Porque
cuando llegue el frío, solo podré recordar tu voz y tu mirada. Puede que, para
entonces, yo llegue a no ser nada”.
Volvía la estación de las
sonrisas descuidadas. De las nubes de fuego rodando por los peldaños del
crepúsculo, de los amaneceres tristes. Los dinosaurios campaban a sus anchas
por las praderas de deseos robados. Un dolor pesado y recalcitrante se extendía
por todo el paisaje. Las luces se apagaban lentamente.
Pero nadie podría apagar sus
últimas palabras.
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